martes, 23 de febrero de 2010

Martin (George A. Romero, 1977)

Empecemos diciendo que Martin no puede definirse como una película de vampiros per se. Es cierto que la cinta trata el tema vampírico como tal, pero su enfoque dista mucho de ajustarse con felicidad dentro del subgénero. Esto no es una consecuencia de la cinta en sí, sino del tratamiento de su guionista y director: George Romero. Antes o después de ver Martin, el espectador precavido debe tener en cuenta esto: Martin es la película de vampiros de George Romero.

Romero ha invertido toda su carrera como cineasta en el mundo de las películas de terror, especialmente en el mundo de los zombis. Sus películas, además de usar el horror como herramienta, son en realidad un arma de doble filo y doble lectura, pues en todas ellas critica de soslayo aspectos de la sociedad contemporánea. Todas sus películas son un leer entrelíneas, un meta mensaje oculto detrás de un argumento de terror. Y ésta no es una excepción.

La película gira en torno a Martin, un adolescente disfuncional, traumatizado, quien padece de un trastorno de personalidad que le hace creer que es un vampiro. Dicho trastorno no sólo le convierte en un paria, en un inadaptado social, en un ser incapaz de conseguir amor o satisfacción sexual, sino en un psicópata que mata mujeres jóvenes para beberles la sangre.

En esta película no hay colmillos, ni capas, ni el vampiro posee poderes sobrenaturales. Con Martin, Romero hace en realidad una apología anti vampírica; de hecho este es el meollo del asunto, pues en la cinta se deja claro que “la magia no existe” y que las leyendas, crucifijos y ajos no definen lo que es ser vampiro. Martin es un ser desolado por sí mismo, por su enfermedad (vampirismo), por la sociedad, por su ingenuidad, por su maldad misma. Este es el prototipo del vampiro que el director nos presenta.

La cinta es considerada como una película refinada serie B. Fue filmada en el año 1976, en locaciones reales y con un bajo presupuesto. Incluso algunos miembros del equipo técnico y algunos familiares de estos figuraron como actores del filme. Es importante señalar que la selección de John Amplas como protagonista del filme resulta a todas luces acertada. A pesar de ser su primera incursión en el cine, Amplas representa muy bien la ambigüedad que caracteriza al personaje de Martin: es capaz de confundirnos hasta el punto de que no sabemos cómo va a reaccionar. Así nos entrega a una montana rusa emocional que pasa inesperadamente de la ternura y la ingenuidad al arrebato homicida, y viceversa.

Para su época, la película no contó con la aceptación o el entendimiento del público. Pero las simbologías son muchas y las lecturas infinitas. Es una cinta para pensar, para releerla, y por eso como película de terror puede llegar a aburrir profundamente. Quizás por eso para muchos se ha hecho un filme de culto y para otros una película de vampiros pesada como un ladrillo. La realidad es que con Martin no se trata de entretenimiento, sino de un ejercicio de desmitificación a todo nivel. George Romero se ha valido de la figura del vampiro para contar la historia de un enfermo mental con un claro fetichismo sexual por la sangre, para hablarnos sobre la sociedad de la época, para burlarse de la religión, la superstición y el interés general que inclina a los seres humanos a todo aquello que les produzca morbo. En realidad, Martin circunda en torno a la tragedia humana. Como la vida misma.



Vía / Der Vampyr

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