miércoles, 31 de agosto de 2011

Er Conde Jones. O El poder de las Bolas Criollas.



Por: Daniel Dannery.

Finalmente una película para el pueblo, para las masas, para aquellos que van en un vagón de metro a las 10:30 de la noche con una vianda vacía en las manos y cabeceando del cansancio, y que poco les importa quien fue “Reverón” y aún más, ver una banda de motorizados secuestrando un hospital, porque el motorizado secuestrador de hospitales es su vecino, o peor aún es él mismo, aunque en este caso la transmisión del mensaje sufre un efecto reflector del ego. Hace poco le escuché decir a alguien, que la violencia es una profesión, y como buena profesión amerita de un curriculum.

El producto viene de la mano de un hombre que conoce sus gustos, que los ha hecho reír a lo largo de más de 20 años, de un hombre que está adornando las mesas televisivas o los equipos reproductores, con sus carátulas de videos o Cd´s quemaos.
Benjamin Rausseo conoce su ganado, o al menos hace el intento de conocerlo y se esfuerza por darle en papilla lo que a su público le gusta.
Aquí ya no estamos hablando de cine propiamente dicho, o mejor dicho del cine que conocemos los que hemos estudiado sus funciones artísticas, autorales, formales y técnicas. Estamos hablando de un cine de categoría Z, un cine trash, cutre, televisivo y sin ningún valor artístico a priori. Más allá por supuesto del valor que un producto de entretenimiento puede tener implícito.

lunes, 22 de agosto de 2011

ÉL (Luis Buñuel, 1953)

Por: Andrea López

Siempre y por diversas circunstancias he vuelto a ver la obra de Luis Buñuel .  Sin proponérmelo, he seguido sus pasos y, si bien es cierto que no simpatizo con toda su obra, la cual es bastante prolífica, cada vez admiro más su filmografía mexicana pues en mi opinión, ésta capitaliza su convicción surrealista. 

Amado por unos y odiado por quienes guiados por un nacionalismo pendenciero, han acusado al español de ser un artista mediocre que terminó en estas tierras latinoamericanas; Buñuel realzó la cinematografía mexicana (junto al afamado director El Indio Fernández) durante el oscuro período del churro.  Y esto lo logró no sólo porque, tal como diría en sus memorias, el contexto aúnaba más disparate a su ya poco racional precepto surrealista; sino también porque a diferencia de sus filmes franceses, los personajes parecen ser mucho más ricos en dimensión y complejidad.  Quizá algo tenga que ver en esto el también español y exilado en México Luis Alcoriza , colaborador del calandés y autor de más de ochenta y cinco títulos.  Lo cierto es que películas como Él , Los Olvidados , El Ángel Exterminador , Susana, la perversa  –la cual espero comentar alguna vez pues ha sido todo un descubrimiento- y Subida al cielo ,  también retratan muy bien el México profundo a través de la psicología de una amplia gama de personajes.

De manera que las líneas siguientes las dedicaré a Él, película que aborda el arquetipo del macho celópata y violento, magistralmente interpretado por Arturo de Córdova , basada en la novela de Mercedes Pinto y cuya adaptación corrió por cuenta de Buñuel y Luis Alcoriza; este último también co-autor del guión de El Ángel Exterminador y Los Olvidados.

domingo, 7 de agosto de 2011

LOS VALORES DE OSCAR SAMBRANO URDANETA


Por José Roversi

Primero pedir  a los lectores de El Cinescopio, igual que a los compañeros de ayer y de hoy de este esfuerzo colectivo, disculpas por una larga pausa en mis colaboraciones y luego por escribir hoy sobre un tema diferente al cine, aunque todavía ligado al mundo de la imagen y la cultura venezolana.

Hace pocas semanas falleció en Caracas el Dr. Oscar Sambrano Urdaneta, escritor, académico y también productor y presentador de TV durante los últimos años de su vida.

En mayo de 2006 recibí el encargo honroso de asistir a Sambrano en la tarea de plasmar en lenguaje televisivo los conocimientos que había acumulado durante décadas de estudio metódico y trabajo arduo. Vale TV, Canal 5 de Venezuela, fue la cadena que asumió, junto a Sambrano, el compromiso de difundir la vida y obra de los venezolanos mas brillantes de los últimos tres siglos.

Una tarde caraqueña, caótica y caliente, cogimos el distribuidor de Las Mercedes y fuimos haciendo el camino lleno de vericuetos que lleva a la residencia de Sambrano en una zona del este de la ciudad. Llegamos a una casa sencilla pero bella, venezolana en forma y fondo. Nos recibieron Don Oscar y su compañera de tantos esfuerzos, Doña Yolanda. Sencillez, calidez y generosidad fue lo que encontramos en ellos desde ese primer encuentro.